viernes, 30 de abril de 2010

Eva y Adán

Formaban el matrimonio perfecto. Eva y Adán eran sus nombres. Cuando se conocieron en una discoteca de la costa se rieron de la coincidencia de sus nombres y se burlaron de la guasa que tendría la gente si ellos alguna vez fueran pareja. Esa misma noche, mientras embelesados gozaban de sus cuerpos, descubrieron la puerta del paraíso y decidieron entrar sin llamar.

Sus cuerpos y sus almas aprendieron a conocerse, a quererse y a necesitarse y dejaron que el tiempo borrara sus nombres. Cariño decía ella, mi amor respondía él. Mi vida decía ella, te quiero decía él. Y una noche de tormenta, en la que el cielo descargó su ira sobre la tierra, y ella miedosa no conseguía dormir, Eva fue consciente de que Adán roncaba.

Cuando el hombre despertó por la mañana, la mujer ya había salido a comprar manzanas.


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